martes, 29 de mayo de 2007

OBRA EXPANDIDA












El pintor, el escultor, el dibujante Una obra expandida En los años cincuenta, Fernando Botero viajó a Europa y comenzó una relación con la historia del arte que aún no termina. Para Botero, en esa historia está la esencia de su obra.
Gato en el tejado. Óleo 87 x 77 centímetros. 1978. Foto tomada del Libre La Pintura: Botero.
Para conocerlo mejor, habría que acercarse a Piero Della Francesca, Rubens, Ingres, Tintoreto, Velásquez, Goya, Tiziano, Leonardo De Vinci... Y es por eso que críticos como el profesor Carlos Arturo Fernández, al hablar sobre la obra de Fernando Botero comienzan por referirse al Renacimiento, al quatrocento, que el maestro conoció primero en Madrid y luego en Florencia, Italia. “El Renacimiento italiano, dice Fernández, no tiene un mero interés arqueológico. En los años cincuenta, los artistas comenzaron a interesarse por el tema, en medio de una actitud reconocida como neoarcaica”. Así, el arte contemporáneo decide mirar el arte clásico, y Botero se inscribe en esa corriente, que le permite aprender de los maestros e innovar a partir de lo que descubre en ellos. Para los críticos de la obra del maestro antioqueño, lo que éste hace con su pintura, lo que va a descubrir, es un estilo. Así lo advierte el crítico Leonel Estrada, quien explica que esas figuras a las cuales normalmente se les llama “gordos” o “gordas”, representan su estilo y aunque para muchos artistas, entre ellos Andy Warhol, el estilo no existe, para Botero, sí tiene sentido. Su estilo no se altera cuando se habla de escultura, pintura o dibujo. El profesor Fernández dice que de las cosas más extraordinarias de Botero, es el hecho de que “crea una obra que es muy gustosa, en la cual intervienen dimensiones que no son meramente intelectuales ni formales sino que se dirigen a la sensibilidad del espectador, quien al enfrentarse a ella no se encuentra con un problema”.
De la escuela de los clásicos, Fernando Botero hereda una propuesta muy visual. Sus cuadros dan la impresión de que olieran, de que supieran y esto es clave para entender también porqué la aceptación del artista en el mundo. De otro lado, contradiciendo al sentir popular, en la obra de Fernando Botero, no hay gordos, hay seres esféricos, expandidos y eso es un problema estilístico, no temático. Si se mira con detalle, sus personajes no son blandos, son macizos. Lo que se observa también en sus esculturas, en las cuales el artista desarrolla hasta las últimas consecuencias el carácter esférico de la pintura y eso hace que no exista una diferencia sustancial entre unas y otras, que siempre se ven marcadas por la sensualidad y por lo sensorial. Y también por la ternura que producen. Y de ahí que sus esculturas provoquen ser tocadas. El torso ubicado en el parque de Berrío, que además se convirtió en un referente de Medellín, en punto de encuentro, en símbolo, es prueba de ello. En cuanto a los dibujos, si bien hay algunos que son bocetos, que sirven de base al artista, en general, ellos son obras de arte acabadas, como se puede observar, por ejemplo, en el Toro que donó a Medellín y que es un cuadro completo, que no está destinado a volverse pintura. Por su parte, para el crítico Leonel Estrada, en la obra de Botero se advierte alguna cursilería, lo que observa en ciertas vestimentas de los personajes. No es caricatura, lo que él hace es deformar. Botero es un artista académico en el tratamiento de la técnica, que es tan perfecta como la de los clásicos. Un artista que maneja el equilibrio como ninguno, capaz de ubicar grandes figuras en espacios muy limitados. Sus toros, por ejemplo, de más de 600 kilos, se acomodan perfectamente en el lienzo, no están ahogados, incómodos, dejan ver un gran conocimiento por parte del artista de la geometría.

EL ARTISTA













ARTISTA



Son 26 años desde la primera donación de Fernando Botero Una llamada y nos llenamos de gordosLas huellas de Fernando Botero, con dibujos, pinturas y esculturas, siguen donde se originaron, en el centro de la ciudad.
El patio de caballos, 1988. Óleo, 240 x 170 centímetros. Foto Fredy Amariles
-¡Fernando, Fernando...! Vea, nosotros estamos muy mal representados con su obra en el Museo. ¿Por qué no nos manda, nos regala o nos vende por club, el cuadro de El Exvoto, que de todas maneras no ganó en la Bienal?. -Jajajaja... Sí, yo les prometo una obra. -Una obra no, El Exvoto. -Pero es que yo vendí esa obra en Nueva York, la tendría qué volver a comprar. -Qué importa. Usted la compra y nos la regala para su tierra. Esta conversación sucedió en noviembre de 1974, en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín, entre Teresa Santamaría de González, presidenta de la Junta Directiva del Museo de Zea (hoy de Antioquia), y Fernando Botero. Los gritos de ambos hicieron que el público asistente al Salón Nacional de Artes Plásticas parara la oreja. Con tanto testigo no había remedio. Al comenzar 1975 llegó una carta del maestro en la que anunciaba el arribo de la Virgen de El Exvoto, con un párrafo final: “esperen más regalitos...”.
Foto Donaldo Zuluaga
En 1976 a Teresita Peña de Arango, directora del Museo, le anunciaron una llamada desde Venezuela. La “chiva” era de Darío Arizmendi, entonces Jefe de Redacción de EL COLOMBIANO: “Estoy en el Museo de Arte Moderno de Caracas. Le estoy haciendo una entrevista a Fernando Botero y me acaba de decir que le va a hacer el regalo de unas obras al Museo, de diez a quince, si se comprometen a remodelar el edificio y a cambiarle el nombre. Es necesario hacer una sala nueva con el nombre de su hijo Pedro”.
Teresita no lo dudó y de inmediato dio su aprobación. Al colgar, la directora aterrizó. Se confundieron el temor por la falta de dinero y la alegría por la dimensión del regalo. Luego se prendió una luz, la empresa privada. Así, la institución se embarcó en la tarea que finalizó el 7 de septiembre de 1977 con la inauguración de la sala Pedrito Botero y la presentación de 16 obras del artista antioqueño.
Transformación urbana Teresita dejó el cargo con otra promesa del maestro: la donación de varias esculturas, condicionada al cambio de nombre de la institución. Eso fue en 1977 y luego de intensas discusiones, el 13 de septiembre de 1984 se reinauguró con el nombre de Museo de Antioquia y la muestra de quince esculturas más de Fernando Botero. El artista no se quedó en las salas y salió a la calle. Decidió dejar a su amada Gorda en la esquina del Parque de Berrío, en febrero de 1986. Para no dejarla sola, en 1994 trajo, al Parque de San Antonio, el Torso Masculino. El Municipio compró la escultura Pájaro, y Botero, para que no sintieran tan lejana la presencia femenina, donó la Venus Durmiente.

Ciudad Botero El proyecto Ciudad Botero comenzó a tejerse bajo la dirección de Lucrecia Piedrahíta, cuando en los primeros días de noviembre de 1996 recibió una llamada del maestro: “Lucrecia estoy muy emocionado con la labor que se ha cumplido en el Museo. Quiero y estoy interesado en hacer una donación, tanto en obras como en dinero para que pensemos en un espacio con unas condiciones museográficas mejores para la ciudad. Iniciaríamos la donación con una Sala de Dibujos y cuenten con 800.000 dólares para la posible plazoleta”. La propuesta tuvo relativo eco en las instituciones gubernamentales y se conformó un grupo interdisciplinario para recibir la donación, además, se consideró el traslado del Museo, que finalmente se quedó en el Centro. Sin embargo, por falta de gestión, varias obras de la colección privada de Botero se perdieron, lo que obligó a actuar rápidamente y a reiniciar el proyecto, liderado por el ex alcalde de Medellín, Juan Gómez Martínez y Pilar Velilla, directora de la entidad.

LA DONACION



Son 26 años desde la primera donación de Fernando Botero Una llamada y nos llenamos de gordosLas huellas de Fernando Botero, con dibujos, pinturas y esculturas, siguen donde se originaron, en el centro de la ciudad.
El patio de caballos, 1988. Óleo, 240 x 170 centímetros. Foto Fredy Amariles
-¡Fernando, Fernando...! Vea, nosotros estamos muy mal representados con su obra en el Museo. ¿Por qué no nos manda, nos regala o nos vende por club, el cuadro de El Exvoto, que de todas maneras no ganó en la Bienal?. -Jajajaja... Sí, yo les prometo una obra. -Una obra no, El Exvoto. -Pero es que yo vendí esa obra en Nueva York, la tendría qué volver a comprar. -Qué importa. Usted la compra y nos la regala para su tierra. Esta conversación sucedió en noviembre de 1974, en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín, entre Teresa Santamaría de González, presidenta de la Junta Directiva del Museo de Zea (hoy de Antioquia), y Fernando Botero. Los gritos de ambos hicieron que el público asistente al Salón Nacional de Artes Plásticas parara la oreja. Con tanto testigo no había remedio. Al comenzar 1975 llegó una carta del maestro en la que anunciaba el arribo de la Virgen de El Exvoto, con un párrafo final: “esperen más regalitos...”.
Foto Donaldo Zuluaga
En 1976 a Teresita Peña de Arango, directora del Museo, le anunciaron una llamada desde Venezuela. La “chiva” era de Darío Arizmendi, entonces Jefe de Redacción de EL COLOMBIANO: “Estoy en el Museo de Arte Moderno de Caracas. Le estoy haciendo una entrevista a Fernando Botero y me acaba de decir que le va a hacer el regalo de unas obras al Museo, de diez a quince, si se comprometen a remodelar el edificio y a cambiarle el nombre. Es necesario hacer una sala nueva con el nombre de su hijo Pedro”.
Teresita no lo dudó y de inmediato dio su aprobación. Al colgar, la directora aterrizó. Se confundieron el temor por la falta de dinero y la alegría por la dimensión del regalo. Luego se prendió una luz, la empresa privada. Así, la institución se embarcó en la tarea que finalizó el 7 de septiembre de 1977 con la inauguración de la sala Pedrito Botero y la presentación de 16 obras del artista antioqueño.
Transformación urbana Teresita dejó el cargo con otra promesa del maestro: la donación de varias esculturas, condicionada al cambio de nombre de la institución. Eso fue en 1977 y luego de intensas discusiones, el 13 de septiembre de 1984 se reinauguró con el nombre de Museo de Antioquia y la muestra de quince esculturas más de Fernando Botero. El artista no se quedó en las salas y salió a la calle. Decidió dejar a su amada Gorda en la esquina del Parque de Berrío, en febrero de 1986. Para no dejarla sola, en 1994 trajo, al Parque de San Antonio, el Torso Masculino. El Municipio compró la escultura Pájaro, y Botero, para que no sintieran tan lejana la presencia femenina, donó la Venus Durmiente.

Ciudad Botero El proyecto Ciudad Botero comenzó a tejerse bajo la dirección de Lucrecia Piedrahíta, cuando en los primeros días de noviembre de 1996 recibió una llamada del maestro: “Lucrecia estoy muy emocionado con la labor que se ha cumplido en el Museo. Quiero y estoy interesado en hacer una donación, tanto en obras como en dinero para que pensemos en un espacio con unas condiciones museográficas mejores para la ciudad. Iniciaríamos la donación con una Sala de Dibujos y cuenten con 800.000 dólares para la posible plazoleta”. La propuesta tuvo relativo eco en las instituciones gubernamentales y se conformó un grupo interdisciplinario para recibir la donación, además, se consideró el traslado del Museo, que finalmente se quedó en el Centro. Sin embargo, por falta de gestión, varias obras de la colección privada de Botero se perdieron, lo que obligó a actuar rápidamente y a reiniciar el proyecto, liderado por el ex alcalde de Medellín, Juan Gómez Martínez y Pilar Velilla, directora de la entidad.


MUSEOS







MUSEOS


El nacimiento de los museos El éxtasis y los templos de las musas La historia del arte que se cuenta en los museos, es finalmente la historia de la humanidad. Un recorrido por algunos de ellos descubre su importancia desde épocas remotas hasta los tiempos contemporáneos.
Aspecto interior del Museo Guggenheim, en Bilbao, que terminó de construirse en 1997. Un proyecto a base de volúmenes de titanio, vidrio y piedra caliza. Un lugar para la exhibición del arte contemporáneo. Foto tomada del libro Guía Visual de Pintura y Arquitectura
Cuando en Europa corrían los vientos susurrantes de la guerra por la libertad de los pueblos, en el París de 1747 surgían entre los filósofos de la época como Montesquieu, Diderot, D'Alambert, Voltaire y Rousseau, los ideales nobles de buscar el conocimiento racional y divulgarlo mediante la enseñanza entre la gente más humilde. Querían echar abajo las supersticiones, las tradiciones y los absolutismos monárquicos y gestaron para ello la corriente del Enciclopedismo y la Ilustración, que daría vida a la publicación de valiosos libros científicos y políticos como El Espíritu de las Leyes, El Contrato Social y la famosa Enciclopedia Francesa, además de los físicos "reinos del éxtasis" para el espíritu con el criterio académico que los caracterizó.Los aires revolucionarios exigieron que esos reinos del éxtasis estético fueran Palacios para la Musas o "Muséum" que permitieran la inspiración no sólo de los nuevos artistas y de los reyes, sino del común de la población que necesitaba alimentar, además de los cuerpos hambrientos, el espíritu y la mente para crecer como dignos seres humanos, capaces de liderar y construir su propio destino como Nación. Bajo el reinado de Luis XIV (1643-1715), conocido como "el rey Sol", las aguas del Sena fueron testigo de cómo el suntuoso Palacio del Louvre, ubicado en sus riberas, se destinó exclusivamente a las artes convirtiendo a Francia en la capital cultural de Europa. Mas sólo el trabajo realizado por los enciclopedistas en el Siglo de las Luces (XVIII), logra que el pueblo disfrute de las colecciones principescas, otrora reino exclusivo de la aristocracia y el clero. En 1792 los vientos libertarios se tornaron en huracanes y vieron nacer entre sus remolinos de sangre, leyes y principios, la Primera República Francesa. Ella se encargará en 1793 de fundar el "Musée du Louvre" para que el arte sea patrimonio de todos los ciudadanos del mundo. La necesidad de socializar el disfrute del arte y de la ciencia, era una forma de elevar el conocimiento de las masas y su cultura política y social. Los académicos franceses recogieron y aplicaron así los criterios del humanismo renacentista italiano. Entre ellos, los pensamientos de Leonardo da Vinci, quien decía "el arte es ciencia y la verdadera ciencia es arte".
Así que desde aquellos tiempos los museos se convirtieron en templos del arte universal que debían estar abiertos a todos los públicos, sin distinciones económicas o aristocráticas, de razas o de géneros. Esta lucha la dieron con fuerza los Ilustrados, pues conocían que desde la antigüedad el conocimiento y el arte era un privilegio de los poderosos o sus protegidos. En la Antigua Grecia existía una colina designada sólo a las musas, la llamaban Museo y entre los egipcios, desde los tiempos de Ptolomeo, se designaba con este mismo nombre una parte muy exclusiva de la biblioteca de Alejandría a la cual sólo tenían acceso los sabios. En 1523, el fundador del Estado Nacional Sueco, Gustavo I Vasa, decía con franqueza a sus amigos más íntimos que el arte era una manifestación del poder real. Esta expresión de dominio se proyectó siglo tras siglo, aunque desde tiempo atrás la historia ya conocía los secretos de reyes, príncipes y jerarcas de la Iglesia, quienes desde el 1400 acostumbran a tener en sus aposentos, castillos y catedrales, valiosas obras de arte. Su riqueza y goce exclusivo los convirtió en mecenas de los más destacados artistas de la pintura, la escultura y los frescos de su época, pero su goce estético se reducía a la familia imperial y a sus ilustres invitados. Los Médicis y Francisco I, rey de Francia, por ejemplo, brindaron su apoyo al genio italiano de las bellas artes, las ciencias y las armas de guerra Leonardo da Vinci, para quien "todo conocimiento proviene de la percepción", pero la visión de los grandes maestros estaba entonces vedada al vulgo. Igual sucedía con los Papas, quienes vieron no sólo en Da Vinci, sino en Miguel Ángel a sus grandes maestros de cabecera, pero no mostraban sus obras al pueblo por considerarlas paganas. Hoy existen museos privados y públicos, especializados en pintura, escultura, ciencias naturales, etnografía o arqueología, incluso, todas estas modalidades combinadas en un mismo edificio, pero ninguno cumpliría su función social si no conservara y protegiera esas obras para el desarrollo de las ciencias y las artes y para el deleite estético general. Así que abrir los reinos de las musas al público significó una gran revolución para toda la humanidad.

BIOGRAFIA















BIOGRAFIA

Fernando Botero nace en Medellín el 19 de Abril del año 1932. En sus primeros años perteneció al mundo de los toros gracias a que un tío lo matriculó en clases pero pronto se aburrió. Llegado sus catorce años toma la decisión de abordar el arte a través de la pintura, determinación que sorprende a su conservadora familia, aunque recibió el apoyo de su madre, quien le dijo que él debía conseguir el dinero para sus estudios. Vendió su primer cuadro en la taquilla de la plaza de toros y el tema de la pintura fue precisamente los toros.
Sus primeros pasos artísticos los dio en el año de 1948, cuando participó en su primera exposición conjunta conocida como Exposición de Pintores Antioqueños.
Para el año de 1951 Botero trasladó su residencia a la ciudad de Bogotá, y fue allí donde lleva a cabo su primera exposición individual en las instalaciones de la Galería de Leo Matiz. En el siguiente año, su óleo «Frente al Mar» le hizo acreedor del segundo puesto en el Salón Nacional de Artistas; además viaja a Madrid a realizar algunos estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.
Entre 1953 y 1955 se desplaza por Italia y Francia, y es la ciudad de Florencia, más exactamente en la Academia de San Marcos donde aprende las técnicas al fresco que empleaban los maestros italianos, las cuales han influenciado su arte desde entonces; y además estudia historia del arte. Tuvo como profesor a Bernard Berenson escritor e historiador estadounidense, con quien descubre el Renacimiento Italiano, y de aquí obtiene sus primeras inspiraciones.
Vuelve a Bogotá en el año de 1955 y permanece allí por un año, mientras sus obras no acaparaban relevancia. Un año después viaja a la ciudad de México para estudiar la obra de Rivera y Orozco, permaneciendo allí por otro año más. En 1957 realiza su primer viaje a Washington con el fin de llevar a cabo una exposición individual en el Pan American Union.
Para 1958, de regreso a Bogotá lo nombran catedrático de pintura en la Escuela de Artes de la Universidad Nacional de Bogotá. Dos años después decide radicarse en la ciudad de New York.
Contrae nupcias con Gloria Zeaen el año de 1964, con quien tiene tres hijos: Fernado, Lina y Juan Carlos.
Durante los años 60’s, Fernando Botero se dedicó por completo a la pintura, tomando como bases el Renacimiento, la pintura Barroca y la tradición colonial de América Latina. En esta época comienza a experimentar con el volumen de sus creaciones, expandiendo sus figuras y comprimiendo el espacio alrededor de ellas. Debido a su disciplina y gran esfuerzo, para este periodo Fernando Botero contaba entre sus creaciones con miles de dibujos y más de 1000 pinturas.
Llegada la década de los 70’s, Fernando Botero se inclina por la escultura, y puede decirse que durante este tiempo estuvo dedicado de lleno al bronce, mármol y la resina fundida. En 1973 viaja a París y se establece allí. Sus esculturas no difieren mucho de sus pinturas y dibujos, pues en ellas también se dedica a resaltar el gran volumen de las formas desproporcionadas de animales y personas. Retoma la pintura en el año de 1978.
En la década de los 80’s, los toros, una de sus pasiones se constituye en la principal fuente de inspiración; obras como: la pica, el quite y la corrida, permiten confirmar esta idea.
Montecarlo y los Campos Elíseos fueron los sitios escogidos para exhibir sus esculturas en el año de 1992, recibiendo el honor de ser el primero artista de nacionalidad no francesa que presentaba su arte allí. También, desarrolló una exposición sobre toros en el Gran Palais en la ciudad de París.
El 14 de octubre del año 2000, se inaugura en su ciudad natal un proyecto llevado a cabo por la Alcaldía de Medellín y el Museo de Antioquia, conocido con el nombre de: Medellín ciudad Botero, con el cual se busca construir una ciudad en paz a partir de la cultura y la educación. El maestro realizó una donación de varias de sus obras para llevar a cabo el proyecto.
Sus exposiciones han llegado a diversos paises del mundo como: Italia, Francia, España, Austria, Suecia, Alemania, Japón, Corea, Sudáfrica, Estados Unidos, México, Venezuela, Brasil y Colombia, entre otros. Se resalta que desde 1972 ha tenido exposiciones individuales en la Galería Marlborough (New York), la Galería Buchholz (Munich) y la Galería Claude Bernard (París).
Fernando Botero posee actualmente residencias en varias localidades como: Francia, Colombia, Estados Unidos e Italia. Para cada uno de estos lugares Botero tiene una técnica de arte determinada, es decir, presenta la singularidad de: en su apartamento de la Rue Dui Dragon en la Rive Gauche de París se dedica a pintar sus óleos grandes, en su apartamento sobre Park Avenue en New York pinta pasteles y acuarelas, y en su casa de Piedrasanta en la Toscana de Italia funde la esculturas de bronce; esto se ve reflejado en las palabras de Botero, quien dice que él nunca pinta en Italia porque es un lugar apropiado para esculpir y no para pintar.
El Museo de Antioquia le da como regalo al artista Fernando Botero lo que han realizado por el acercamiento ala comunidad de Medellín y dentro delos resultados esta el registro de 550.000 visitantes al museo, además de los programas de acercamiento con los barrios de Medellín y los niños de las escuelas y colegios para acercarlos al arte y la cultura.
Pintor, Escultor y dibujante. es considerado el artista vivo originario de latinoamerica mas reconocido y cotizado actualmente en el mundo. icono universal del arte, su extensa obra es reconocida por niños y adultos de todas partes por igual. su original estilo ha sido llamado Boterismo, que dentro del panorama artistico podria denominarse expresionismo figurativo "desproporcionado", una especie de genial surrealismo. el reconocimiento del artista es comparada a la de Gabriel García Márquez en literatura o la de Ástor Piazzolla en música.